Comentario
La poesía que se atribuye a Hesíodo ofrece un panorama bastante diferente. La hipótesis de que existe una tradición épica que permanece en el continente, y por ello experimenta otra evolución, se ve corroborada por las peculiaridades de sus preocupaciones temáticas.
La tradición experimenta así una cierta bifurcación que sirve para completar la comprensión general de la época. La nueva sociedad ha sido capaz también de organizar un todo complejo en el que se integra el mundo fantástico del imaginario primitivo, lleno de seres monstruosos, gigantes y titanes, en constantes luchas entre ellos, presidido por el Caos, para en una compleja genealogía abrir las puertas a un nuevo mundo presidido por Zeus. La nueva jerarquía sirve de modelo a los reyes que presiden en la realidad las comunidades que se han configurado a lo largo de la edad arcaica. "La Teogonía" es el relato del origen de los dioses, pero también el de la creación de una estructuración integrada superadora del mundo primitivo de los seres excesivos. La monarquía impone la unidad, pero es ya el modelo del nuevo basileus, noble aristócrata cuyo poder se ejerce a escala local.
Este aristócrata es quien se erige con unos poderes que afectan profundamente al campesino, en el momento en que, a consecuencia del proceso de asentamiento, se define la propiedad. El campesino puede verse desprovisto de su tierra si no trabaja. Por ello, Hesíodo aconseja a su hermano que se afane, no vaya a ser que alguien acapare su tierra. El problema está en esos reyes, devoradores de regalos: dorophagoi. Los campesinos libres corren el riesgo de convertirse en dependientes por este procedimiento. Zeus, el rey monárquico, modelo de los reyes, representa también la unidad perdida, donde los campesinos depositan su confianza en la esperanza de que triunfe Dike, la Justicia. Los actuales reyes emiten sentencias torcidas y Hesíodo aconseja la sumisión, aunque en algún momento se deja arrastrar por la ira y expresa el deseo de no ser tan justo, porque obtiene más justicia el que se comporta más injustamente. Sin embargo, termina triunfando la postura partidaria de la sumisión a ese Zeus, contrapuesto e identificado al mismo tiempo con el poder aristocrático.